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Amazon – Peru

Hay un rincón de la Amazonia peruana donde los pasivos ambientales generados por la industria petrolera ya han dejado pasividad. Tras cuarenta años de explotación de hidrocarburos, las consecuencias son alarmantes tanto para la tierra como para las comunidades indígenas que la habitan. Tras cuarenta años de explotación de hidrocarburos, las consecuencias son alarmantes tanto para la tierra como para las comunidades indígenas que la habitan.

La gravedad de la situación espoleó la huelga indígena amazónica de Saramurillo en 2016, en la que miembros de 125 comunidades de las distintas cuencas de la región se movilizaron para tomar una planta de bombeo de Petroperú,

A pesar de que el Gobierno declaró la zona en emergencia ambiental en 2013 y en emergencia sanitaria en 2014, el conflicto sigue arrastrándose sin que la administración pública actúe. Las comunidades indígenas, abandonadas por el Estado, temen
convertirse en desplazados ambientales ante la creciente amenaza que afecta a su territorio y a su modo de vida.
Se calcula que actualmente viven en la zona 45.000 personas de diferentes pueblos indígenas, entre ellos los kokama, urarinas, achuar, quichua, shawi, wampis y awajún, en su mayoría comunidades dependientes de afluentes del Amazonas, como los ríos Marañón, Chambira, Corrientes, Pastaza y Tigre.
La tierra absorbe el agua contaminada del río y provoca que la vegetación se seque y, en época de lluvias, el aceite llega incluso a los cultivos de plátano, chile o mandioca.

No se puede explicar la industria del calzado sin hablar de la segregación por sexos, la cual ha tenido un papel fundamental en la economía sumergida

Historias que nos han cambiado